jueves, 30 de mayo de 2013

Escena eliminada de Princesa Mecánica





— ¡Tessa está despierta! —Charlotte anunció felizmente, lanzándose a través de la puerta de su habitación y de Henry como un colibrí emocionado.
Will, que había estado sentado en una silla al lado de la cama de Henry, se puso de pie de inmediato, el libro que había estado leyendo cayéndose de su regazo.
— Tess - ¿Tessa está despierta? —balbuceó.— Y está -
— Sí, hablando, y el Hermano Enoch ha anunciado que está bastante bien, pero exhausta.
— Quiero verla —dijo Will, y empezó a moverse hacia la puerta, pero Charlotte le levantó una mano.
— Dale un momento, Will; Sophie está dentro con ella, ayudándola a vestirse.

Will sabía que "ayudándola a vestir" significada: si entras ahora, Tessa estará en la bañera. Una oleada de deseo, mezclada el peso de la culpa, lo golpeó como un tren. Se sentó apresuradamente, buscando a tientas el libro en el suelo.
Charlotte le miró, su sonrisa formandose en la comisura de sus labios. Claramente le estaba divirtiendo.
— ¿Le has estado leyendo a Henry? —preguntó.
— Sí, algo horrible, lleno de poesía —dijo Henry con mal humor. Estaba completamente vestido, reclinado sobre almohadas en la cama con un lápiz en una mano y papeles desperdigados a su alrededor. Will no le culpaba por su mal humor. Tessa había estado dormida, y Henry en la cama, durante tres días, cuando los Hermanos reunieron a los miembros del Instituto alrededor de la cama de Henry para decirles que Henry viviría, pero que no caminaría nunca más. Incluso con la magia que los Hermanos tenían a su disposición, no había nada más que pudieran hacer.
Henry había conocido las noticias con su usual fortaleza, y con la decisión de construir una silla para él, como una silla para minusválidos pero mejor, con ruedas autopropulsadas y todo tipo de pertrechos: estaba determinado a ir arriba y abajo de las escaleras, para así seguir bajando a su cripta en dónde tenía sus invenciones. Había estado haciendo diseños de la silla toda la hora que Will le había estado leyendo Idylls of the King, pero la poesía nunca había sido el área de interés de Henry.
— Bueno, estás liberado de tus deberes, Will, y Henry, estás liberado de más poesía —dijo Charlotte.— Si te gusta, cariño, puedo ayudarle a reunir tus notas -
Hubo un golpe en la puerta, y Charlotte, frunciendo el ceño, fue a ver quién era. Un momento después había vuelto, con una mirada sombría en su cara. Le dio una mirada a Will, y un momento después vio por qué: dos Hermanos Silenciosos iban tras su paso, y uno de ellos era Jem.

El pecho de Will se endureció. Desde la batalla de Cader Idris, él y Jem no habían hablado.

Will había estado seguro de que todos iban a morir juntos, bajo la montaña, hasta que Tessa se había convertido en la gloria del ángel y abatido a Mortmain como un rayo derriba un árbol. Había sido una de las cosas más maravillosas que jamás había visto, pero su asombro se había consumido rápidamente por el terror cuando Tessa se ​​había se derrumbó después del cambio, sangrando y sensible, sin importar lo duro que había intentado despertarla. Magnus, a punto de caer agotado, apenas había sido capaz de abrir un nuevo portal hacia el Instituto con la ayuda de Henry, y Will recordaba sólo un borrón después de eso, una definición de agotamiento y sangre y miedo, los Hermanos Silenciosos convocados para atender a los heridos, y las noticias que llegaron desde el Consejo que muchos habían muerto ese día ante los autómatas que los atacaron y luego habían colapsado tras la muerte de Mortmain. Y Tessa - Tessa sin hablar, sin despertarse, casi sin respirar. Tessa llevada a su habitación por los Hermanos Silenciosos y no había sido capaz de ir con ella. Sin ser hermano, ni marido sólo podía ponerse de pie y mirarla, abriendo y cerrando sus manos manchadas de sangre. Nunca se había sentido tan impotente.

Y cuando él se había vuelto para encontrar a Jem, para compartir su miedo con la única persona en el mundo que amaba a Tessa tanto como él - Jem se había ido, de nuevo a la Ciudad Silenciosa por orden de los Hermanos. Atrás quedó sin siquiera una palabra de despedida.

Aunque Cecily había tratado de calmarlo, Will se había enfadado - enfadado con Jem, e incluso, en los días siguientes, con Charlotte, por dejarle a Jem convertirse en un Hermano Silencioso, aunque sabía que era injusto: que había sido la elección de Jem y era la única manera de mantenerlo con vida. No ayudaba a su ira el pánico que sentía por Tessa: aunque sus lesiones físicas fueron menores, el golpe en su sistema por lo que había hecho había sido grande, y también lo fue su dolor. Se había sentado con ella, de día y de noche, cogiéndola por la mano, rogándole que despertase y le mirara, hasta que Charlotte había tenido que despertarlo ya que se había quedado dormido medio tumbado sobre la cama.

Will miró a Jem ahora, lo suficiente para hacerle un agujero a su cabeza, pero a pesar de la capucha, Jem estaba debajo, dejando al descubierto su rostro, y estaba mirando a Will con determinación. Su cabello había comenzado a volver a su color original oscuro: la oscuridad se mezclaba con la plata, uno junto al otro, y sus pestañas eran negras de nuevo, y rozaron las runas en sus mejillas cuando bajó los ojos.
Eran runas que sólo usaban los Hermanos Silenciosos: a Will le parecieron como lesiones, como heridas en el rostro de Jem. Se sentía enfermo por dentro.
Charlotte, dijo el hermano Enoch, y le tendió la mano: había una carta, sellada con el sello del Consejo. He traído un mensaje para ti.
Charlotte lo miró con desconcierto.
— Los Hermanos Silenciosos no entregan cartas.

Esta carta es de gran importancia. Es imperativo que la leas ahora.

Poco a poco, Charlotte se acercó y la cogió. Tiró de la solapa, luego frunció el ceño y cruzó la habitación para coger un abrecartas de su escritorio. Aprovechó la oportunidad para mirar más a Jem. No sirvió de nada. Jem no devolvió la mirada de Will, su rostro estaba en blanco, no había nada a lo que ella se aferrara. Se sentía casi mareada - era como haber sido un barco anclado desde hace años y de ser dejado libre para flotar sobre las mareas, sin tener idea de a qué dirección guiarlo. Y ahí estaba Jem, su ancla, sin mirarlo, o cruzándose con su mirada.
El sonido de romper el papel llegó, y todos miraron como Charlotte abría la carta y la leía, el color de su cara iba desapareciendo. Levantó los ojos y miró al hermano Enoch.
— ¿Esto es una especie de broma?
No es ninguna broma, te lo aseguro. ¿Tienes una respuesta?
— Lottie —dijo Henry, mirando a su esposa, incluso sus mechones de pelo rojizo irradiaban ansiedad y amor.— Lottie, ¿qué es?, ¿qué pasa?
Lo miró, y luego otra vez al Hermano Enoch.
— No —dijo ella.— No tengo una respuesta. Todavía no.
El Consejo no desea esperar.
— Bueno —dijo Charlotte, y su voz era firme.— Van a tener que hacerlo. Diles que ya les enviaré una respuesta al final del día.
Después de un momento, el Hermano Enoch asintió con la cabeza y se giró para salir de la habitación. Jem se giró para seguirle.
Y Will explotó. Se lanzó hacia adelante, y cogió a Jem de la manga. El espesor del material de los trajes de pergamino era resbaladizo bajo sus dedos.
— ¿Eso es todo? —dijo, en voz baja y urgente.— Vuelves aquí, ¿y no me hablas - o visitas a Tessa? ¿Has incluso roto formalmente tu compromiso, James Carstairs?
Jem se quedó inmóvil, inmóvil. El Hermano Enoch se giró. Parecía disgustado, tanto como cualquiera de los Hermanos podía expresar sus emociones. Un Hermano Silencioso no puede casarse o celebrar compromisos, dijo, y Will podía decir por las caras de los que le rodean que solo él y Jem pudieron oír las palabras, pero nadie más podía. Él no tiene ni prometida ni parabatai ahora.
La mano de Will aún estaba en la manga de Jem.
— ¿Quieres que se lo diga a ella, entonces? —preguntó Will. Charlotte le miraba, moviendo la cabeza, Will, no. Sabía que su ira era injusta, injustificada - el compromiso de Jem y Tessa había terminado, ¿no debería estar contento? - pero no estaba contento. Dolor e ira se derramadan como agua entre las grietas de su corazón roto. Jem, que nunca había hecho daño a nadie, hacerle daño a él, herir a Tessa - ¿Y si todo lo que había sucedido entre ella y Will había sucedido sólo porque ella pensaba que Jem estaba muerto, sólo por la desesperación del dolor y la apasionada necesidad humana de ser reconfortado? ¿Y si ella amaba a Jem y anhelaba estar con él para siempre, sabiendo que sobrevivió, pero que había ido de ella, sin una sola palabra de lo que podría ofrecer cualquier tipo de conclusión en ese capítulo de su vida? ¿Cómo podría ella soportarlo? - ¿cómo podría Will soportarlo? ¿Qué futuro podrían tener? Y sin embargo, no había un futuro para él sin Tessa.
— James Carstairs, qué quieres que le diga a Tessa que has terminado con ella, ¿si no lo vas a hacer tú mismo?
¿Acabado con ella? —Jem sacudió la manga de la mano de Will, sus ojos eran grandes y oscuros y dolidos, los ojos de Jem-el-niño, los ojos oscuros que Will había conocido al crecer.— Vine aquí porque Enoch me dijo que había despertado —dijo, y había enfado en su voz que rara vez le había escuchado antes.— Pedí permiso para hablar con ella por última vez. Sabes lo que siento. No volveré a ser el mismo. Ni dentro de cien años. Ni en mil. —Miró de Will al Hermano Enoch, y luego de vuelta otra vez.— Y sin embargo, debo serlo. No tengo otra opción. No es como tú, William, no tener compasión por eso.Will tragó. Todo en la habitación parecía haber menguado a esto, estaban sólo él y Jem.
— Pensé, tal vez - siendo un Hermano Silencioso - podrían haberte quitado la capacidad de sentir —dijo, y luego estalló:— No podría soportarlo, un James Carstairs que no siente. No sólo por Tessa, sino por mí mismo. Si ella te ama solo a ti, si quiere pasar su vida lamentando tu partida, puedo sobrevivirlo, pero no la muerte de tu corazón, o el de ella.
Jem le miró, y en las profundidades de sus ojos oscuros vio, por un instante, el Jem que conocía.
Wo men shi jie bai xiong di— dijo Jem. —Sabrías si mi corazón habría muerto, y yo sabría lo mismo de ti. Mi partida, dices, aunque todavía estoy en el mundo, y sin embargo es como si me fuera rumbo a una isla desconocida, algún lugar salvaje en dónde no me pueden seguir. Pero sabes —agregó, con voz que sólo Will podía escuchar:— Voy a hacer lo que pueda para que pueda verte a ti y a Tessa de nuevo. Porque tú eres la mitad de mi corazón, y ella es la otra. Mientras tenga alguno de los dos que sea mi estrella polar, mi corazón no morirá, y voy a seguir siendo vuestro James Carstairs.
— Will —dijo Charlotte. Parecía preocupada.— Will y J - Hermano Zacharíah, esto no algo normal. Hermano Enoch, pido disculpas -
Le pedí permiso para hablar con Will, también, antes de venir, —dijo Jem.— Me dijeron que podía hacerlo mientras yo no le hablara o respondiera mientras el Hermano Enoch estuviera aquí por asuntos del Consejo.
Will le miró fijamente, y luego al Hermano Enoch, dándose cuenta con una mala sensación en el estómago que podría haber perdido su única oportunidad de hablar en privado con Jem de nuevo - para siempre. El rostro de Enoch estaba en blanco, su expresión no revelaba nada.
— ¡Eso no es justo! —dijo Will.— Me dirigí a ti yo primero -
Paz, pequeño cazador de sombras, dijo el hermano Enoch. Los lazos de parabatai son entendidos por la Hermandad. Después de todo, os atamos con ellos nosotros mismos. Tienes nuestro permiso para hablar con él, por última vez, antes que se vaya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario